El G20: Un Foro Oportuno
por Lee Myung-bak, Presidente de la República de Corea
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Corea estima que para lograr un desarrollo sostenible, es importante que todos los países — ricos y pobres — estén representados. Es necesario cerrar la brecha entre los países en desarrollo y los avanzados.
En esta época el año pasado todavía circulaban muchos comentarios pesimistas acerca de las posibilidades de que una aguda crisis económica empujaría al mundo hacia otra Gran Depresión. Afortunadamente, el resultado real ha sido mejor que estos pronósticos que vaticinaban lo peor de lo peor. Gran parte del mérito de ese resultado mejor de lo esperado debería atribuirse al nivel sin precedentes de cooperación en el ámbito de las políticas entre los países avanzados y emergentes del G20. Estimo que esta nueva posición que ha asumido el G20 como principal foro para la cooperación económica internacional se debe en gran parte a los éxitos que ha alcanzado y que hemos podido comprobar hasta la fecha. Este año, el G20 continuará con sus esfuerzos por coordinar políticas que apuntan hacia la recuperación. Sin embargo, hay una tarea más importante. Este año, seremos testigos del paso decisivo que dará el G20 hacia la coordinación de políticas de más largo plazo. El G20 debe construir la plataforma que permita una cooperación económica de más largo plazo que garantice el crecimiento sostenible y equilibrado de la economía mundial en los meses y años venideros.
Irónicamente, la recuperación mejor de lo esperado de la economía mundial plantea mayores desafíos en cuanto a coordinación de políticas entre los países del mundo. Mientras la crisis hacía estragos, no era difícil convencer a todos de la necesidad de una coordinación eficaz en materia de políticas. A medida que la crisis inmediata se va aplacando, el mundo necesita estar precavido contra la autocomplacencia que podría producirse bajo condiciones de mayor tranquilidad. Por otra parte, podría haber diferencias legítimas de opinión en cuanto al ritmo y orden de sucesión al cual deberían atenerse las estrategias de salida y los niveles sostenibles de deuda pública. Tales diferencias podrían hacer que sea más difícil llegar a un acuerdo. El objetivo debería ser una transición coordinada hacia una postura más normal en cuanto a políticas, en la medida en que ello sea posible. La eficacia de la política económica de cada país se verá incrementada si se ejerce conjuntamente con otros. De este modo, todos los países se interesan de manera colectiva por armonizar sus políticas.
Una tarea para el G20 es dar seguimiento a las iniciativas y acuerdos alcanzados en cumbres anteriores en el sentido de reformar la normativa financiera, reformar las instituciones financieras internacionales e implementar el Marco para un Crecimiento Sólido, Sostenible y Equilibrado. Los líderes del G20 han asignado tareas al Consejo de Estabilidad Financiera y al Fondo Monetario Internacional para que elaboren recomendaciones concretas en torno a la reforma de la normativa sobre capital bancario, el problema de instituciones que son demasiado grandes como para fracasar y compartir la carga dentro del sector financiero. En calidad de presidencia del G20 en el 2010, Corea está coordinando esfuerzos en estas direcciones de manera que la renovación del sistema normativo financiero mundial se apoye en fundamentos conceptuales sólidos y pueda ponerse en práctica de manera eficaz.
Sería justo decir que el ímpetu para llevar a cabo la reforma de la normativa financiera ha surgido, en el pasado, de la experiencia de los países avanzados. Ellos fueron el origen geográfico de la reciente crisis financiera. No obstante, buscar culpables no es de mucho consuelo cuando los efectos indirectos se han sentido a nivel mundial. Al respecto, es preferible reconocer la dependencia mutua de intereses en una economía mundial integrada y esforzarse por resolver conjuntamente los problemas.
Esta misma actitud de mirar hacia delante es esencial a la hora de considerar el marco para resolver desequilibrios macroeconómicos. Debemos dejar de buscar a quién atribuirle la culpa y abocarnos más bien a resolver la interrogante de cómo podemos lograr de la mejor manera posible el crecimiento sólido, sostenible y equilibrado que los miembros del G20 acordaron en Pittsburgh.
Para alcanzar ese crecimiento equilibrado y sostenible, se necesita algo más que lograr únicamente un equilibrio en un sentido estrictamente macroeconómico. Parece ser apropiado un concepto más amplio de reequilibrio, incluyendo cerrar la brecha entre los países avanzados y en desarrollo. Un reequilibrio semejante debería ser un componente esencial de un crecimiento verdaderamente equilibrado en la economía mundial. Una tarea como ésta debería ser abordada como parte de la misión del G20.
En este sentido, no deberíamos perder de vista el hecho de que hay muchos asuntos importantes y apremiantes en materia de políticas y de reformas que son cruciales para los países en desarrollo. En la Cumbre de Seúl a celebrarse los días 11 y 12 de noviembre de 2010, Corea no vacilará en colocar en la agenda cuestiones relativas al desarrollo.
La experiencia de la política en materia de asistencia en el transcurso de las últimas décadas ha demostrado que la ayuda no es suficiente para el desarrollo. Tenemos que pensar con mucho mayor ahínco acerca de qué más se necesita para emprender el camino hacia el crecimiento económico que permita sacar a un país de la pobreza.
Corea está consciente de cuán eficaz puede ser un período de crecimiento económico sostenido para subsanar la pobreza. Corea es ahora miembro de los países desarrollados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, pero al mismo tiempo es un país que tiene experiencia de primera mano en cuanto a desarrollo económico de que se tenga memoria actualmente. Por otra parte, Corea ha sufrido en carne propia el impacto devastador de una crisis financiera y los esfuerzos que han sido necesarios para asegurar una fuerte recuperación. Por estas razones, Corea está en una posición idónea para compartir su experiencia y pericia con países emergentes y en desarrollo. Es altamente significativo el hecho de que Corea sea el primer país de fuera de las filas del club del G8 de países avanzados que presida el G20.
Al colocar el desarrollo como tema central de la agenda, Corea está plenamente consciente de que muchos países en desarrollo no están representados en el G20. Por ende, no limitará sus consultas únicamente a los miembros del G20, sino que las extenderá a otros países socios que no están dentro de este grupo. Corea desplegará grandes esfuerzos de extensión mediante consultas con las Naciones Unidas y con otros organismos regionales. No podría resaltar más la importancia de asegurar que los frutos de un crecimiento sólido y sostenible se compartan de manera equitativa entre todos los países, incluidos los más pobres.
Permítanme hacer referencia brevemente a otras iniciativas importantes que Corea propondrá en la cumbre del G20 en noviembre. Para hacer frente al problema de los cambios en la dirección de los flujos internacionales de capital, Corea incorporará a la agenda el establecimiento de una red mundial de seguridad financiera que sea capaz de aminorar los efectos destructivos de las crisis de liquidez. Habiendo vivido la crisis financiera reciente, el mundo no necesita que se le recuerde la importancia de contar con una respuesta sistemática para frenar el pánico cuando los mercados financieros se desvinculan de los principios económicos fundamentales.
La economía mundial se ha estabilizado gracias a la acción coordinada de los gobiernos, pero la inversión del sector privado y la creación de empleo todavía dejan mucho que desear en cuanto a solidez. Para que la recuperación se mantenga, debe ir acompañada de un crecimiento más dinámico de la inversión privada. Debe prestarse una atención prioritaria a la creación de empleo y la inversión por parte del sector privado. Como parte del énfasis en el sector privado, Corea celebrará una cumbre de negocios que coincida con la cumbre del G20 en noviembre.
La crisis financiera reciente nos ha hecho recordar a todos cuán estrechamente integradas están nuestras economías nacionales en la economía mundial. No son únicamente los acontecimientos que les toca vivir a nuestros vecinos cercanos los que repercuten en nuestras vidas. Hoy día, el grado de integración es tal que acontecimientos que ocurren al otro lado del mundo pueden afectar nuestra vida diaria.
En este sentido, el G20 constituye un foro muy oportuno. Al reunir no sólo a las economías avanzadas más importantes, sino también a las principales economías emergentes, el G20 goza del tamaño y alcance necesarios para abordar cuestiones de índole mundial. La cumbre del G20 de noviembre en Seúl será la primera gran prueba que enfrentará este nuevo foro mundial en su intento por establecerse como foro habitual para la cooperación económica internacional. Les aseguro que los líderes del G20 haremos nuestros mayores esfuerzos por lograr que la cumbre del G20 concluya de manera exitosa.
Aun cuando la crisis financiera unió al mundo y forjó una respuesta a la crisis eficaz y coordinada, es ahora responsabilidad de cada uno de nosotros canalizar el impulso que hemos generado hacia el establecimiento de un foro que sea capaz de jugar un verdadero rol de liderazgo mundial en torno a cuestiones de más largo plazo. No defraudemos a la comunidad global.
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