El G20 como palanca para el desarrollo global
Par Lic. Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México
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Los países del G20, a través de sus acciones coordinadas y de respuesta decidida, han tenido éxito en hacer frente a la crisis financiera y económica internacional que comenzó en 2008. Ahora, es tiempo de que el G20 cambie de su "modo de crisis" y trabaje con visión y determinación para consolidarse como la institución esencial del nuevo sistema mundial de gobernanza económica. Un G20 fortalecido nos permitirá hacer frente a la recuperación frágil y desigual, con su acompañamiento de desempleo persistente y la inestabilidad del mercado. También puede convertirse en un foro vital para la construcción de las bases sólidas necesarias para alcanzar altas tasas de crecimiento global a largo plazo, así como un dinámico desarrollo económico.
Como un foro amplio que incluye países desarrollados y en desarrollo de todas las regiones del mundo, el G20 representa una oportunidad para fomentar el nivel de coordinación internacional necesaria en una economía global cada vez más compleja e interconectada.
Los problemas globales actuales requieren soluciones creativas e innovadoras. La Cumbre del G20 en Seúl, la primera en ser organizada por una economía emergente, constituye una excelente ocasión para reafirmar la voluntad del G20 para avanzar hacia estos objetivos.
Como un primer paso, los líderes deben trabajar juntos para fortalecer el G20 e intensificar el sentimiento de pertenencia de sus miembros mediante la inclusión de una mayor variedad de temas en la agenda.
Hasta el momento, el G20 se ha enfocado solamente en la crisis económica, por obvias razones. No obstante, a partir de Seúl, debemos asegurarnos que las conversaciones reflejen adecuadamente las preocupaciones y prioridades de todos los miembros.
El G20 también debe redoblar sus esfuerzos para establecer canales de diálogo positivos con otros países y organizaciones internacionales. El G20 no debe ser percibido como un foro de negociación que busca imponer sus decisiones sobre el resto del mundo. Por el contrario, el G20 debe consolidarse como un actor constructivo en la escena mundial, capaz de proponer los principios generales de política y facilitar acuerdos con foros multilaterales más amplios.
México apoya firmemente la decisión del G20 de incluir el desarrollo como tema en su agenda. Estimular el desarrollo a nivel mundial desde una perspectiva amplia y transversal debe ser el objetivo último del G20, dada su amplia membresía. En este sentido, México participa activamente en la creación de planes de acción plurianuales para las cumbres del G20 en las áreas de infraestructura, inversión privada y creación de empleo, desarrollo de recursos humanos, comercio, inclusión financiera, seguridad alimentaria, gobernanza e intercambio de conocimientos.
Como prioridad, el G20 debe aprender de crisis pasadas e impulsar una reforma de largo alcance de la arquitectura financiera mundial. El programa de reforma de regulación y supervisión financiera que acordamos en nuestra primera Cumbre en Washington, y que hemos venido perfeccionando desde entonces, constituye un paso en la dirección correcta. Pero no debemos perder el impulso en este proceso. Nos enfrentamos al desafío de construir un sistema financiero más resistente, transparente y estable y, al mismo tiempo, garantizar que estas medidas no aumenten el costo del capital o reduzcan la disponibilidad de crédito para las economías emergentes. Con este propósito, por ejemplo, México respalda plenamente las conversaciones del G20 respecto de las formas de fortalecer las redes de seguridad financiera.
La modernización y el fortalecimiento de organizaciones financieras internacionales debe ser una de las principales preocupaciones para el G20. México ha apoyado las iniciativas para aumentar la capacidad financiera, la legitimidad, la transparencia y la rendición de cuentas de las principales instituciones financieras internacionales. En este ámbito, una importante reforma de la gobernanza se ha acordado para el Banco Mundial y los miembros del G20 deben mostrar mayor flexibilidad y esforzarse para alcanzar una reforma similar para el Fondo Monetario Internacional en la Cumbre de Seúl. Esta reforma sería la pieza complementaria para el reciente aumento sustancial en la base de capital, los recursos y la variedad de instrumentos del FMI.
En la actual coyuntura económica mundial, los miembros del G20 deben mostrar a la comunidad internacional su liderazgo y determinación para enfrentar los retos a corto plazo la economía mundial relacionado con la instrumentación de planes creíbles de consolidación fiscal, la aplicación de reformas estructurales de largo alcance y el establecimiento de un marco normativo para un enfoque coordinado para las políticas cambiarias. Estos elementos son esenciales para la consolidación de una recuperación económica global aún mayor y para cumplir el objetivo de un crecimiento sólido, sostenible y equilibrado para el corto, mediano y largo plazos.
Los miembros del G20 también deben reforzar la coordinación global en la aplicación de una reforma regulatoria, así como de requerimientos de capital para el sector financiero. Esta reforma financiera generara una igualdad de condiciones en el sistema financiero global y evitará resultados negativos no deseados, sobre todo en las economías emergentes.
Los países del G20 por lo general han cumplido su compromiso de mantener sus mercados abiertos al comercio y la inversión, y esto ha demostrado ser la elección correcta para fomentar la recuperación. México ha apoyado este objetivo y ha adoptado medidas firmes en este sentido. Sin embargo, el G20 aún tiene que cumplir su promesa de concluir la Ronda de Doha lo antes posible. Mayor flexibilidad y compromiso son necesarios por parte de los principales actores en el proceso. El G20 debe aprovechar su potencial para lograr un acuerdo entre los actores y facilitar así un compromiso histórico en la Organización Mundial del Comercio.
Más importante aún, el G20 también tiene la responsabilidad de reconocer la relación indisoluble que existe entre el desarrollo económico y la sostenibilidad del medio ambiente. Como país anfitrión de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Cancún a partir de finales de noviembre, México pedirá a los líderes del G20 a unirse para asegurar el éxito de las negociaciones. Estamos seguros de que el apoyo político de los líderes del G20 proporcionará un valioso impulso a las negociaciones que sobre esta materia se están llevando a cabo en este momento.
México continuará apoyando los esfuerzos del G20 en torno a la eliminación progresiva de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, así como sobre los nuevos temas como la lucha contra la corrupción y la protección del medio marino mundial. Siempre hemos sostenido que el G20 debe ser flexible en cuanto a su programa, y debe estar preparado para hacer frente a nuevos problemas si la situación internacional lo requiere. En este proceso, el G20 debe esforzarse siempre por producir resultados concretos y otorgar un valor agregado a la labor que realizan otras instituciones internacionales.
En resumen, en la Cumbre del G20 en Seúl, los Líderes tendrán la oportunidad de trascender la urgencia e inmediatez de la crisis, acordar las medidas necesarias para consolidar la recuperación económica y tener una visión de más largo plazo. El objetivo es ambicioso: sentar las bases de una arquitectura internacional más equitativa, transparente y justa que promueva de manera más efectiva el desarrollo sostenible para todos los pueblos del mundo. Es una oportunidad que debemos aprovechar.
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